El Piso Cero es un recurso nocturno de baja exigencia seguro y acogedor con capacidad para 10 personas. Desde febrero ha ofrecido 170 noches de alojamiento a una treintena de personas conocidas por Arrels que hace mucho tiempo que viven en la calle, que se encuentran en una situación de vulnerabilidad elevada y que no han encontrado cabida en ningún otro recurso. El Piso Cero puede abrir cada día gracias a la implicación de un equipo de conserjes y de unas 25 personas voluntarias. Una de ellas es Paula Huguet, a quien hemos entrevistado.
A fecha de hoy, has colaborado una quincena de noches en el Piso Cero. ¿Qué tareas realizas?
Las personas voluntarias realizamos un servicio de acompañamiento pero también de apoyo logístico. Organizamos las camas, calentamos tazas de caldo, preparamos cafés y ponemos lavadoras, pero sobre todo ofrecemos un servicio de escucha, de persona a persona y de mostrar interés por el otro, hacerle preguntas y apoyarlo. Muchas veces llegan, han tenido un buen día y te cuentan muchas cosas y otros días les ves la cara y sabes que vienen a descansar, a irse a la cama pronto y mañana será otro día.
El Piso Cero está concebido como una prolongación de la calle y, por tanto, la normativa es más flexible. Hablamos de un recurso de baja exigencia. ¿Qué quiere decir?
Siempre decimos que es un piso sin normas porque no hay ninguna norma más allá de la convivencia con las demás personas usuarias. Pueden hacer lo mismo que harían en la calle pero sin estar expuestas al peligro de recibir alguna agresión o sufrir las inclemencias del tiempo. Es una solución cómoda porque tienen accesibles todos los recursos básicos: pueden calentarse la fiambrera y comer caliente, ducharse, dormir en un lugar seguro, compartir una conversación y luego marcharse. Pero esta pequeña sociedad sin normas, en realidad sí las tiene. Son normas que han establecido las mismas personas para mejorar la convivencia. Por ejemplo, a partir de cierta hora se mandan callar unas a otras para poder descansar.
¿Cómo es la convivencia?
Vivir en la calle durante un periodo largo te acaba afectando a nivel relacional porque estás muy solo, tienes miedo y estás expuesto a muchos riesgos. Aquí tienen compañía y pueden socializar. Yo ya conozco a las personas, también sus historias y siempre pregunto cómo están las que no han venido. Ellos también se preocupan y nos preguntan por el estado de salud de las personas que conocen y han sido hospitalizadas. En el Piso Cero se establecen vínculos.
¿Qué has aprendido de tu experiencia en el Piso Cero?
Me ha ayudado a abrir un poco más la mirada. Yo siempre voy con mirada de niña, siempre aprendo y me sorprendo de las historias increíbles que hay detrás de las personas. Salgo físicamente cansada pero emocionalmente con mucha energía. También aprendo a no juzgar porque en la mayoría de los casos desconocemos las circunstancias de las personas. Cada persona es un mundo y puede enseñarte muchas cosas si estás atento. El Piso Cero es un pozo de experiencia que te transmiten ellos en primera persona.
Uno de los momentos más emotivos es cuando alguien entra a vivir en una habitación o en un piso. En marzo tuve la suerte de compartir la última noche de una pareja en el Piso Cero. Saltaban de alegría ante la oportunidad de empezar a rehacer su vida, estaban muy contentos y fue una gran fiesta. Cuando dejas de ver una persona puede ser por una buena causa o por una terrible causa. Por suerte, ha habido más buenas que malas.
¿Te ha sorprendido algo?
Me ha sorprendido conocer la historia de la persona y ver que tenía un pasado absolutamente normal -o lo que nosotros entenderíamos por normal- y que ahora está viviendo en la calle. Hay gente que viene muy cargada porque llevan todas sus pertenencias encima. Una noche, un señor me enseñaba las fotos que llevaba en la cartera. Parecía ser él con un aspecto muy diferente y acompañado de una niña de 3 o 4 años. Me sorprendió que tuviera una hija porque los ves ahora y son hombres solteros y no te planteas que quizás antes habían tenido otra situación.
Cuando hablas con tu entorno, ¿encuentras gente que desconoce esta realidad?
Es una realidad que queda escondida pero genera mucho interés. A mí me hacen muchas preguntas, sobre todo el motivo por el cual una persona ha llegado a la calle. Yo nunca lo pregunto, prefiero hablar sobre las metas y los logros conseguidos desde que se ha encontrado en esta situación. Pero, evidentemente que hay una historia, nadie nace en la calle, crece en la calle y muere en la calle. La lástima es que las últimas dos fases sí son verdad muchas veces.
Lamentablemente seguro que todavía hay gente que piensa que si estás en la calle es porque te lo has buscado, porque quieres o te lo mereces. Para mí eso es mirar los datos muy fríamente, porque no conoces realmente a la persona, no sabes si tiene alguna enfermedad, alguna adicción o cualquier otra problemática. Yo no pienso que nadie esté en la calle, a priori, porque quiere. Una cosa es que se te cronifique la situación y al final lo aceptes y hayas perdido la esperanza de luchar por mejorar, para cambiar o evolucionar pero yo pienso que la gente está en la calle porque no tiene otro lugar donde estar. Vivir en la calle es muy duro.