“Estaba cansado de estar todo el día buscándome la vida para poder sobrevivir”


Juan Verdón consiguió salir de la calle después de más de 15 años, un paso que asegura que es brusco y para el que no todo el mundo está preparado. Lamenta los insultos y las miradas de desprecio de entonces solo por existir pero también recuerda a gente amable que le ayudó en Poblenou, el barrio que conoció durmiendo al raso y a donde sigue yendo a pasar el día porque se siente parte del vecindario.

Juan es una de las personas que han aportado su mirada y experiencia en el informe Vivir en la calle en Barcelona. Radiografía de una ciudad sin hogar y que puedes leer.

Estuviste más de 15 años viviendo en la calle y hace cerca de tres años que vives en un piso compartido. Cuando uno está tanto tiempo en la calle y pasa a tener una habitación o una vivienda, ¿se necesita un periodo de adaptación y un acompañamiento?
Creo que sí. Yo, personalmente, no he aceptado acompañamiento pero hay personas que creo que sí lo necesitan porque pasar de vivir en la calle a tener un piso es un cambio brusco. Yo estaba muy contento y muy agradecido: tenía una llave, una casa, una cama, una ducha, una cocina… Era fantástico, pero… como que no cuadraba la cosa. Me costó acostumbrarme. Al principio no podía dormir, por tener que estar cerrado. Necesitaba aire y tenía que abrir la ventana, me era igual que fuera invierno. Son muchos años de una vida muy diferente. Ahora tengo una paz y puedo descansar tranquilo, aunque no duermo bien. Creo que eso me pasará siempre, no dormir bien, pero como mínimo tengo paz.

¿En qué momento uno acaba en la calle y se da cuenta de que sí le apetece ir a un piso compartido o un piso individual?
De aquí, de Arrels, venían unas personas voluntarias a visitarme en la calle. Me fueron conociendo y al poco tiempo me dijeron esto: ‘Te podemos echar una mano’. Yo les decía: ‘Mira, no, no quiero esa mano. Estoy conmigo, no quiero esa mano’. Y llegó un día, con el tiempo, años, que les dije: ‘Hoy sí, ahora lo necesito’. Y al momento me dieron la mano.
Fui a una pensión, no estuve ni un mes allí y ya me dieron el piso en el que estoy. Estoy con un compañero. Pero porque yo lo quise y lo necesitaba. Porque terminé cansado de toda esta maldad, llámalo como quieras. No puedes dormir, no comes, solo alcohol, solo drogas, estás muerto en vida. Eres como un zombi. Estás aquí pero no estás aquí. Eres un excluido, no perteneces a ningún sitio. Y encima llegas a acostumbrarte.

¿Qué tienen los albergues para que algunas personas prefieran quedarse en la calle?
Primero, que te encierran. En los albergues, entras a las 7 o las 8 de la tarde y no puedes salir hasta el día siguiente. No puedes fumar, no puedes beber, no puedes hacer nada, y tu cuerpo lo necesita porque llevas ya muchos años con el tabaco y el alcohol dentro. Y segundo, allí sientes inseguridad. Si vas con unas bambas, si vas con una ropa buena, como te descuides… Tampoco puedes dormir tranquilo.

Un hogar para sentirse protegido y cuidar la salud

¿Hay muchas agresiones en la calle?
Sí, en la calle y también en los albergues. Depende de la zona y los sitios, preferible no ir. La violencia es habitual, la mayoría es verbal y también hay agresividad pura y dura, solo por el hecho de hacer daño. Porque, si yo estoy durmiendo en la calle, ¿qué daño estoy haciendo? ¿Por qué vienes y me molestas? ¿Por qué me tiras una piedra y me llamas ‘borracho’ o ‘vagabundo’? En todas partes hay agresiones hacia las personas que duermen en la calle.

¿Se denuncian?
Sientes que no te hacen ningún caso, no vale la pena, es perder el tiempo… Vas a estar tres horas en comisaría, si te dejan entrar, si no te dicen ‘va, márchate’ porque como eres un vagabundo no tienes derecho a nada.

¿Eso te ha pasado?
Sí. Ese desprecio. Esa ignorancia. Un vagabundo borracho. Y no saben si a lo mejor eres un maestro, eres un médico, o eres un… no lo saben. Solo por la imagen. Fallo del ser humano, y más de la justicia, o la ley o la administración. Ellos son los primeros que tienen que respetar. Y a nosotros no nos respetan. En el calle eres un excluido, no tienes derecho a nada. Y a lo mejor eres una bellísima persona. Es la imagen. Te dicen ‘fuera, largo de aquí’. En mil sitios. No se paran a hablar o a escucharte, no.

Cuando se pregunta a las personas si tienen sus necesidades básicas cubiertas, hay gente que dice sí, cuando no tiene una vivienda. ¿Puede ser porque cuando uno duerme en la calle su necesidad número uno es llegar al día siguiente?
Exacto. Y a ver si llegas al día siguiente. En cuanto te levantas, no tienes comida, no tienes dinero para comida, no tienes dinero para el alcohol si te gusta el alcohol, no tienes para drogas si te gustan las drogas, no tienes para el tabaco, tienes que levantarte y espabilarte. No tienes nada, estás tú solo. Mueves la cabeza, mueves las piernas. ‘Hola, bon dia’. ‘Hola, qué tal. ¿Tiene un cigarro por favor?’. Esta es una de las cosas de las que estaba cansado, de estar todo el día buscándome la vida para poder sobrevivir.

¿En qué lugar queda la salud, el cuidarse a uno mismo?
Normalmente, las personas que están en la calle no quieren saber nada del médico. Sufres lo que te ha tocado. Nada de hospitales. Cuánta gente muere de pulmonía en la calle o de otras enfermedades por no ir al médico… Yo estuve cuatro días con periodontitis y apendicitis crónica. Estaba reventado por dentro y no fui al médico hasta que vi la muerte. Fui al hospital y me dijeron ‘un día más, y ya no vives. ¿Tú sabes lo que tenías dentro?’.

¿Uno puede acabar tan deteriorado que pierde el ánimo?
No le das importancia a la enfermedad ni a nada. Tú personalmente llegas a pensar que estás muerto, que no eres un normal, llega un momento en que te da igual tu cuerpo. Te interesa pasar el segundo, el ahora. Vas decayendo y luego levantarte no es fácil, hay que tener mucha personalidad y mucha fuerza. Muchas personas no pueden. Por eso terminan en la calle muertos. Porque no pueden, ha llegado un momento en su cabeza, en su cerebro, en su todo, que están bloqueados ya.

Y cuando una persona tiene un piso, ya se preocupa más de la alimentación y de la salud. ¿Va todo unido?
Tienes esa calma, esa paz. Más que físico, es mental. Si tú tienes tu cabeza ordenada, tu cuerpo se va ordenando poco a poco también. Pero si tu cabeza no la ordenas, tu cuerpo no está ordenado tampoco. El que manda es el coco, no el cuerpo. Manda el cerebro, tu pensamiento, tu energía.

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