El acompañamiento a los servicios de salud, clave en la recuperación de las personas que atendemos
Stefan pasó ocho años viviendo en la calle. Sin embargo, hace ocho meses, tras un proceso de cambio en el que ha contado con nuestro apoyo, empezó a vivir en un piso gestionado por Arrels Fundación. Gracias al acompañamiento de trabajadoras y voluntarias, está logrando salir adelante, dejando atrás hábitos nocivos para su salud y recuperándose un poco más cada día.
“Empezar una nueva vida es difícil, pero lo he hecho”, dice Stefan con orgullo. Llegó hace ocho años en busca de trabajo, pero, en su lugar, encontró “la calle, con todo lo que eso implica”. Cada día salía a buscar comida, “no era vida”, explica. Dormía en la Barceloneta, el puerto, la Catedral, buscaba sitios con un baño cerca y donde pudiera estar bien por la noche.
Como Stefan, las personas que viven en la calle a menudo dedican gran parte del día a cubrir sus necesidades más básicas: buscar servicios donde comer, ducharse y guardar sus cosas; sitios donde pueden estar seguros y tranquilos o resguardarse del frío o el calor. Esto hace que, en muchas ocasiones, no puedan cuidar de su salud, ir al médico, seguir un tratamiento o mantener buenos hábitos alimentarios, de descanso o para el bienestar físico.
Para poder alcanzar este bienestar, el acompañamiento social es clave. Según los datos recogidos en el Informe sobre la salud de las personas que viven en la calle, que publicamos el pasado noviembre, existe una relación entre la atención social y la médica: la vinculación de las personas sin hogar a la asistencia sanitaria tiene más éxito cuando está mediada por profesionales que trabajan en servicios sociales y de apoyo a las personas sin hogar, tanto públicos como de entidades sociales, ya que entienden sus necesidades y códigos.
Desde Arrels trabajamos para vincularnos con las personas sin hogar desde que viven en la calle y continuamos haciéndolo cuando entran a vivir en un piso, para que tengan un acompañamiento sostenido en su camino. El equipo de calle intenta realizar un seguimiento de las personas y recopilar información que pueda ser útil para su acompañamiento y mejora. “Observamos si viven en un entorno salubre o no, si tienen heridas, intentamos que se cuiden. Pero, a veces, no llegan al CAP, así que nos vinculamos con otros actores que ofrecen un servicio sanitario en la calle”, explica Carla, educadora de este equipo.
El equipo de calle a menudo también acompaña a personas que viven al raso al médico; a veces, necesitan mediación para que el profesional entienda su situación. Si una persona es hospitalizada, tanto las profesionales como un equipo de voluntarias la visitan. “Es muy importante. Cuando una persona que vive en la calle es ingresada, ya no está en su entorno, por eso intentamos ir a verla”, añade Carla.
Un largo camino que se transita mejor acompañado
“La primera vez que fui a Arrels solo me di una ducha. Después empecé a hablar con los profesionales, me orientaron y supe dónde ir a comer, dónde cambiarme de ropa, cómo hacer la tarjeta con un trabajador social, la documentación… porque sin eso, no puedes hacer nada. Y cuando tuve los documentos, me los guardaron en Arrels”, cuenta Stefan. Su historia es la de muchas personas que acogemos en los pisos que gestionamos: la vinculación es un trabajo que realizan día a día nuestros equipos, muy poco a poco para ir ganando confianza.
Ahora que está alojado, Stefan sigue teniendo seguimiento social, en este caso ya no del equipo de calle sino del equipo de Apoyo a la persona, un grupo de educadoras sociales que visitan las personas que alojamos periódicamente y las acompañan en lo que sea necesario. “Al médico, al SOC, al banco… en todas partes, me acompañan. Y me va bien, porque ahora necesito fuerza física y mental. Estoy enfermo y he dejado los malos hábitos. Ahora estoy mejor. Desde que entré a vivir en un piso hace ocho meses, sé lo que tengo que hacer. Voy al gimnasio, me tomo un café. Quiero cuidar las plantas de casa, hacer la limpieza y, cuando me recupere, trabajar. Pero el neurólogo me ha dicho que debo tener paciencia”, dice Stefan. Él es una de las 262 personas sin hogar que alojamos y una de las 20 que entró a vivir en un piso de los que gestionamos durante el último año.
“Tenemos como misión garantizar los derechos de las personas atendidas, y un derecho primordial es el de la salud”, reflexiona Enrique Costas, educador del equipo de Apoyo. En primera instancia, Quique y el resto del equipo trabajan para garantizar el acceso al sistema sanitario y que todas las personas puedan tener la tarjeta correspondiente. También acompañan físicamente a las personas que acuden al médico. “El momento de acceder a una vivienda es un gran momento para poder tener más cuidado de sí mismos. A menudo debemos trabajar con reticencias surgidas de posibles temores, inseguridades o posibles malas experiencias”, explica.
El hecho de estar en el piso, confirma Stefan, lo ha ayudado mucho a recuperarse. “Si me hubiera quedado en la calle, habría muerto, porque quiero cambiar y en la calle no podría haberlo hecho. Lucho cada día y los dos, tanto mi compañero de piso como yo, nos estamos intentando recuperar, gracias a la fuerza de voluntad. Es muy duro, pero si quieres, lo puedes lograr. He empezado una nueva vida. Y quien me ha dado fuerza para seguir adelante es una trabajadora de Arrels. Ella me ha visitado, y yo he pasado las primeras pruebas gracias a ella y a la gente de Arrels, que me ha acompañado cuando estaba en la cama. Tenía la batería baja”, bromea.
Más información:
- Lee las 23 propuestas que se recogen en el documento que hemos elaborado con el grupo #SaludSinHogar y que hemos presentado al Departamento de salud para pedir que se adecuen los servicios a la atención de las personas sin hogar.
- Consulta la memoria 2024 de la entidad.
- Lee el Informe sobre el acceso y el estado de salud de las personas que viven en la calle.