Desarrollar habilidades sociales y personales, sentirse útil, conocer otras realidades… estos son algunos de los objetivos de la asignatura Servicio Comunitario de la escuela Cintra, en la que 10 alumnos de secundaria echan una mano a varias entidades. Una de ellas es el taller de Arrels, donde participan personas que han vivido en la calle.
Pedro e Ibrahima tienen 14 años y son dos alumnos de la escuela Cintra: cada miércoles por la mañana, durante cinco semanas, pasan un par de horas en el taller de Arrels para echar una mano en la elaboración de manualidades, y lo hacen conjuntamente con personas que han vivido en la calle.
Esta estancia forma parte de la asignatura Servicio Comunitario de la escuela Cintra. La materia promueve que diversas parejas de estudiantes salgan del aula para pasar unas semanas en cuatro entidades diferentes para ayudar y conocer otras realidades.
En este intercambio con el taller de Arrels, los alumnos trabajan codo con codo con personas que han vivido en la calle y establecen una relación y un vínculo intergeneracional. “Desarrollan la capacidad de dar y recibir y otros aspectos como la empatía o el respeto”, apunta Lourdes Minguella, jefa de estudios de la escuela y profesora de la asignatura.
“Es una actividad muy enriquecedora en la que trabajan la autonomía y la responsabilidad, se sienten útiles y se demuestran a sí mismos que pueden relacionarse de manera sana y positiva”, señala.
Terminar con los prejuicios por partida doble
La escuela Cintra es un centro de educación secundaria que acompaña adolescentes en situación de vulnerabilidad social y dificultades académicas, orientándolos hacia la inserción laboral. Trabajan con un ratio de seis alumnos por aula y con un curriculum adaptado a las necesidades de cada estudiante.
Se trata de dos colectivos con muchos prejuicios y esta colaboración sirve para romper estigmas y barreras y conocer mejor al otro. “Es una manera de cambiar la mirada y de empatizar”, asegura Minguella.
En este sentido Pedro, uno de los alumnos que da una mano con la elaboración de los llaveros de la campaña #nadiesinllave de este año, explica que en el taller “voces otras situaciones y te das cuenta que también te puede pasar a ti.”
Jesús, que sabe muy bien lo que es vivir en la calle, señala que “es importante que vengan para que sepan qué es la vida y conozcan de cerca nuestra realidad.”
Rosa, voluntaria en el taller de Arrels, afirma que para los alumnos “es una manera de ver personas que han tocado fondo y lo han conseguido. El hecho de tener alguien al lado con quien colaborar y trabajar de forma conjunta en un producto hace que se sientan más implicados.”
Un aprendizaje desde la persona
“¿Hoy vienen los chavales, hoy se miércoles no?”, preguntan algunas de las personas del taller de Arrels. Y es que la colaboración de los jóvenes de la escuela Cintra “supone una entrada de aire fresco e implica un cambio de rutina y de hábitos para las personas del taller“, explica Rocío Alonso, responsable de La Troballa.
El taller se convierte en un ámbito educativo más informal donde se desarrolla un aprendizaje desde la persona, de tú a tú. Además, como apunta Alonso, es un espacio donde “se muestra la vertiente positiva de las personas que han vivido en la calle y sirve para educar la mirada respecto a su situación.”