Antonio nos había pedido varias veces poder grabar de manera profesional las canciones que más le gustaban y otras que él había escrito. Era uno de sus deseos antes de morir y en verano lo conseguimos. Os explicamos cómo, desde el acompañamiento que hacemos a las personas, intentamos también tener en cuenta las últimas voluntades.
El protagonista del vídeo que tenéis arriba es Antonio. Lo conocimos hace 15 años cuando aún vivía en la calle y durante muchos años vivió en la Llar de Arrels, hasta que se trasladó a una residencia. Un día que lo fuimos a visitar nos explicó algunos deseos que le gustaría hacer realidad antes de morir y uno de ellos era poder grabar en un estudio y de manera profesional las canciones que habitualmente tocaba con la guitarra.
Este verano contactamos con los compañeros del estudio Subterranea y pudimos realizar la grabación y, a finales de agosto, Antonio nos dejó. Tenía 58 años; la vida en la calle deteriora la salud y acorta los años de vida.
Desde Arrels éramos conscientes de que estábamos haciendo realidad las últimas voluntades del Antonio porque intentamos que forme parte de nuestra manera de acompañar.
Voluntades que se pueden cumplir y otros que no
Uno de los objetivos más importantes de Arrels es acompañar a las personas que viven o han vivido en la calle de manera más cronificada, cuando las conocemos en la calle, cuando pasan a vivir en un piso o algún otro alojamiento y cuando mueren. Esto lo hacemos porque creemos que nadie debería vivir y morir en soledad y porque todo el mundo tiene derecho a vivir con dignidad. “Sale de una manera natural porque acompañamos a la persona en todo momento e implica intentar que los deseos de la persona se lleven a cabo”, explica Josep Maria Anguera, educador social de Arrels.
Muchas veces estos deseos los podemos cumplir pero otros no. Es el caso de alguna persona que nos ha pedido poder ser incinerada al morir y a la que le tuvimos que decir que no lo podríamos hacer realidad por un tema económico.
Hace unos años, por ejemplo, un señor al que habíamos acompañado durante muchos años nos pidió ayuda para pasar al ordenador decenas de páginas manuscritas que recogían su vida. “Si son cosas factibles, las tenemos que hacer. Nos pasó también con Antonio, una persona que conocíamos y que era creyente, y que nos pidió poner unas velas a San Antonio Abad “, comenta Josep Maria Anguera, que añade que habitualmente se trata de cosas pequeñas, como ser recordado de una manera u otra.
A veces, hay voluntades que cuestan de entender pero que desde Arrels respetamos. Pasa sobre todo cuando la persona está muy enferma y le preguntamos si quiere que busquemos a su familia. Si nos dice que no, no lo hacemos, pero cuando la persona muere sí que intentamos localizar a los familiares.
“Las últimas voluntades venden dadas a si la persona tiene o no conciencia de que puede morir”, afirma Anguera. “Pocas personas hablan de la muerte pero muchas veces sabemos qué quería la persona porque ha salido en alguna conversación de manera indirecta.”
En el caso de Antonio, sabíamos que la música era su pasión y nos había expresado en varias ocasiones su deseo de grabar en un estudio profesional. Finalmente, lo pudimos hacer realidad.