Cuando llega el frío intenso en la ciudad de Barcelona se activan recursos especiales para alojar a personas que duermen en la calle. Algunas de ellas, sin embargo, rechazan acceder a pesar de las bajas temperaturas en el exterior. Los motivos tienen que ver con que estos espacios a menudo no contemplan una solución estable a medio y largo plazo, ni tienen en cuenta lo que quiere y necesita la persona. Os lo explicamos con más detalle.
Estos días de más frío en los que la temperatura disminuye hasta los 0 grados, se ponen en marcha en Barcelona recursos adicionales para acoger a personas sin hogar. Estos espacios suponen la apertura de un total de 183 plazas suplementarias para ofrecer alojamiento temporal y de emergencia durante las noches más frías. 941 personas duermen en la calle en Barcelona, según el último recuento realizado por la Red de Atención a Personas Sin Hogar en mayo de 2016, y las plazas adicionales que se ofrecen benefician únicamente a un 19,5% del total.
Sin embargo, cuando a muchas de estas personas que duermen en la calle se les ofrece el acceso a los recursos, rechazan ir. Algunos de los motivos son:
- El alojamiento en un centro de acogida temporal no representa una solución definitiva a la situación de sinhogarismo en la que se encuentran las personas que viven en la calle. Se trata de recursos que no ofrecen una seguridad y estabilidad a medio y largo plazo ni tienen en cuenta la opinión de la persona: qué quiere y qué necesita.
- Para que una persona quiera acceder a un recurso, previamente hay que trabajar y establecer un vínculo de confianza con ella. Si la persona acepta entrar pero sólo es de forma temporal y poco estable, y luego se trasladará a otro recurso o volver a la calle, es muy complicado que nazca una relación de confianza y se le pueda hacer un seguimiento.
- Ambos recursos habilitados por el Ayuntamiento, el CANE y el CUESB, se encuentran en el distrito de Horta y Sant Martí pero donde hay un mayor volumen de personas durmiendo en la calle es en los distritos de Ciutat Vella, Eixample y Sants – Montjuïc, según el último recuento realizado el año pasado. Esto supone que muchas de las personas situadas lejos de estos dos recursos tengan que desplazarse largas distancias para llegar cada día, cargando los bultos que normalmente llevan encima. Además, se pueden encontrar fuera de lugar en una zona que no conocen y no es la que se mueven habitualmente. Esto también sucede habitualmente con los tres albergues municipales de acceso libre situados en la Zona Franca, Nou Barris y Sarrià.
- Alojarse en recursos temporales implica compartir un mismo espacio con muchas personas desconocidas, lo que supone una falta de intimidad, privacidad y tranquilidad, y pueden originarse problemas de convivencia. Además, en estos espacios no se puede acceder con animales y muchas personas que viven al raso es la única compañía que tienen.
Ramón, una de las personas que acompañamos en Arrels, duerme en el puerto y estos días pasa mucho frío. Nos cuenta que él y sus compañeros no pueden ir hasta el recurso habilitado por el CUESB porque “está lejos y no tenemos tarjeta de metro, deberíamos ir andando cada día“; si no fuera por este problema afirma que iría. John, que también duerme con Ramón, asegura que no quiere ir a este espacio porque hay problemas de convivencia, “no puedes descansar bien porque tienes que estar vigilando que no te roben nada”.
Otra de las personas con las que hemos hablado, hace 3 noches que duerme en el recurso habilitado en CUESB y está contenta, aunque asegura que el trato con algunas personas es complicado por temas de higiene.
Estos dos recursos excepcionales para los meses de invierno, al igual que los tres albergues municipales de entrada libre situados en la Zona Franca, Sarrià y Nou Barris, siguen el llamado ‘modelo de escalera‘ en el que, para acceder a una vivienda estable, la persona debe pasar antes por un proceso con varias normativas. A menudo, en estos recursos, la persona tiene que cumplir una serie de requisitos horarios y también en relación a sus adicciones, lo que complica mucho el proceso de salir de la situación de sinhogarismo porque no pone por delante el acceso a una vivienda.
En este sentido, debería haber más recursos que ofrecieran una mejor estabilidad a la persona y que miraran a medio y largo plazo, ya que la dinámica actual se repite desde hace años de forma cíclica siempre que llegan semanas frías y no representa una solución del todo adecuada para resolver la situación de las personas que viven en la calle.
¿Cómo afecta el frío a las personas sin hogar?
Estar expuesto a temperaturas tan bajas propicia la contracción de enfermedades y debilita y deteriora aún más la salud de las personas que viven al raso, un colectivo que ya de por sí se encuentra en una situación muy vulnerable. El frío es uno de los muchos factores que acorta la vida de las personas sin hogar; la edad media de defunción de las personas que nos han dejado el último año en Arrels es de 62 años.
Por otra parte, en Cataluña más de 5.400 personas que viven en la calle y 7.600 personas viven en asentamientos y barracas, en solares o naves industriales sin suministros básicos, donde se pueden producir situaciones de peligro derivadas del uso de estufas en mal estado para calentarse. Las cifras, de mínimos, son de la Agencia Catalana de la Vivienda y, además, el Idescat asegura que el 11% de los hogares catalanes no puede mantener su casa a una temperatura adecuada.