En poco más de un año nos han dejado 30 personas sin hogar conocidas por Arrels. Estos días nos hemos encontrado para recordarlas a todas. Tenían una media de edad de 62 años, muy por debajo de la media catalana, y varias murieron en la calle.
“¡Éste era mi amigo! Pasamos muchos años en la calle…” “Me consuela ver que muchos no murieron solos pero hay personas de las que hoy recordamos que murieron en la calle.” “Les doy todo mi amor, a todos los que hoy recordamos, toda la vida…”
Las frases anteriores son de tres personas que han vivido en la calle y que recuerdan a otros compañeros sin hogar que nos han dejado durante el último año. En estos días, como cada año, personas atendidas, voluntarios y trabajadores de Arrels nos hemos encontrado para recordar las personas vinculadas a la entidad que han fallecido en los últimos doce meses.
Durante el último año nos han dejado 30 personas que vivían o habían vivido en la calle y tres personas más que habían sido voluntarias de la entidad. Sus nombres son Pedro, Eduardo, Carles, Juan, José Manuel, Antonio, Mohamed, Johannes, Lorenzo, Jordi, Rafael, Tayeb… de 62 años de media, cuando en Catalunya y en el resto del Estado la esperanza de vida es de 83 años. Nueve de estas personas, además, murieron en la calle.
Vivir en la calle recorta la esperanza de vida en unos veinte años. “El frío, la dureza de la calle, los consumos de tóxicos… debilitan mucho el cuerpo y la salud de las personas. Además, la mayoría de las personas que viven al raso no van al médico, incluso nos encontramos con quien no dispone de tarjeta sanitaria”, explica Josep Maria Anguera, trabajador social de Arrels y miembro de La Barca de Caronte.
Una Barca de Caronte para acompañar en la muerte
Desde su creación en 1987, Arrels ha recordado y acompañado en la muerte a más de 430 personas sin hogar. A finales del año 2009 creó La Barca de Caronte, un equipo que vela para que las personas sin hogar que fallecen y que son conocidas por la entidad tengan una despedida en condiciones. Aun así no siempre se consigue. No hace mucho, por ejemplo, supimos que había muerto una persona una vez enterrada. Fue un entierro de beneficencia y la persona no estuvo acompañada.
Cuando una persona sin hogar muere, Arrels se coordina con los Servicios Funerarios y avisa de la defunción y de la fecha del entierro a todos los miembros de la entidad –trabajadores, voluntarios y personas atendidas. También se busca la familia de la persona que fallece y se contacta con ella para explicar la situación. En los casos en que es necesaria autopsia porque las circunstancias de la muerte lo requieren, la entidad se asegura que la persona no sea enterrada sola y sin que nadie lo sepa.
Pero lo más importante es que la persona sienta que la acompañamos en vida y que después alguien la recordará.
Puedes visitar nuestra información sobre vejez y muerte para saber más.