La obra de teatro “L’últim crit”, dirigida por la actriz Ivana Miño e interpretada por trabajadores, voluntarios y usuarios de Arrels, arrancó sonrisas y aplausos de todo el público y una gran satisfacción entre los actores. Gracias a la buena acogida está previsto que en primavera se representen más funciones.
La sensación de nervios e ilusión era casi palpable entre el público minutos antes de que comenzara la obra. La expectación era grande y es que tal y como anunció al principio la actriz Ivana Miño, la directora de la obra, “todo comenzó con un proyecto de voluntariado y un taller de teatro y finalmente ha acabado convirtiéndose en una obra que combina película y teatro”. Tras nueve meses de esfuerzo, trabajo y dedicación de todo el equipo el resultado dejó con la boca abierta buena parte de los espectadores.
Todo comienza con la proyección de una grabación donde aparece el inspector Arturo Flores, interpretado por Martín Ruiz, y su ayudante el agente Osvaldo, interpretado por el actor David Piñol, interrogando uno por uno todos los protagonistas de la obra sospechosos de haber secuestrado Jessica Luna, la chica desaparecida misteriosamente.
Es aquí donde cada uno de los personajes saca a relucir sus peculiaridades, su carisma y, lo más importante, su coartada. Todos ellos conviven en el mismo barrio y se culpabilizan unos a otros de forma que el inspector no consigue encontrar la solución.
En la segunda parte es donde vemos a los personajes en carne y hueso, su actuación no deja indiferente a nadie y las risas del público son continuadas. Muchos de ellos incluso parece que hayan actuado sobre un escenario toda su vida. El guión es ingenioso y el hilo de música en directo que acompaña la escena es del todo acertado. A través de bailes y divertidos monólogos cada personaje da a conocer su historia y su pasado de forma muy entrañable y, finalmente, el inspector consigue desvelar el misterio de la desaparición de Jessica, una resolución del caso del todo sorprendente e inesperada.
Al finalizar la obra la reacción del público es automática, todo el mundo de pie y un largo aplauso bien merecido. Posiblemente algunos de los actores no se esperaban esta gran reacción y algunos de ellos se mostraban visiblemente emocionados y con una sonrisa de oreja a oreja, orgullosos del trabajo realizado.
Una vez más el teatro ha demostrado ser un nexo de unión y de inclusión entre personas igualando todos los intérpretes a un mismo nivel, sin tener en cuenta su origen o su situación personal, eliminando etiquetas y prejuicios.