Estos días de mucho calor se habla de la situación de las personas que duermen en la calle porque dos personas han fallecido por las elevadas temperaturas. Lejos de ser una anécdota, los hechos deberían visibilizar una realidad: vivir en la calle es duro todo el año y, por eso, se necesitan propuestas que aporten estabilidad y que vayan más allá de la activación de planes de urgencia.
El viernes pasado, el servicio de emergencias méèdicas trasladó al Hospital Clínic un hombre de mediana edad afectado por las elevadas temperaturas y que acabó muriendo. Lo mismo ha pasado en Tarragona, donde el sábado falleció otro hombre por un golpe de calor. Los dos estaban indocumentados y parece ser que eran personas que vivían en la calle en una situación muy vulnerable.
Tener que vivir en la calle en verano es una realidad muy invisibilizada. Las personas en esta situación están expuestas a quemaduras e insolaciones, también dicen sentir más inseguridad porque duermen menos cubiertas y muchas cambian las rutinas y el lugar donde dormir para descansar mejor.
La muerte de estas dos personas, sin embargo, no es sólo un suceso vinculado a la ola de calor, como tampoco lo debería ser la muerte de personas sin hogar durante los días de más frío.
Los hechos deberían servir para hacer visible la dureza de la vida en la calle y para sensibilizar a las administraciones y la ciudadanía que vivir en la calle es difícil todo el año y que en lugar de realizar operaciones frío ‘o’ operaciones verano ‘habría haber políticas más integrales y que miren a medio y largo plazo.
Propuestas para dar respuesta durante todo el año
Vivir en la calle significa para la persona estar expuesta a muchos riesgos: frío, lluvia, calor… pero también violencia, no poder tomar medicación si la necesita, no poder cubrir las necesidades básicas, tener que afrontar situaciones arriesgadas, etc.
En este contexto, en algunos municipios catalanes se activan recursos específicos para las personas sin hogar durante los meses de más frío o durante los días puntuales en los que se activa la Operación Frío. Con la ola de calor esto también se ha hecho en ciudades como Barcelona y Sabadell, donde se ha salido a repartir agua entre las personas que duermen en la calle y se las ha invitado a ir a centros climatizados. Pero hay que mirar más allá de estos planes de actuación específicos y de los recursos temporales, porque las personas viven en la calle todo el año.
Desde Arrels, proponemos:
- Abrir espacios nocturnos de acogida de baja exigencia, no masificados y en los que la persona se pueda quedar el tiempo que necesite. La idea es que estos espacios se ubiquen en todos los barrios de los municipios, abran durante todo el año, se adapten a las necesidades de las personas y permitan conocer y establecer vínculos con cada persona de manera individual.
- Habilitar más espacios de día de proximidad, ubicados en cada barrio y que ofrezcan servicios útiles como duchas, consignas para guardar pertenencias, sala de estar climatizada, etc. Durante los meses de más calor y frío servirían para que las personas que no tienen donde ir se pudieran resguardarse.
- Mirar más allá de la temperatura como criterio para activar o no recursos o protocolos para las personas sin hogar porque eso significa que el acceso al alojamiento sea aún más inestable.
- Habilitar recursos de alojamiento que miren a medio y largo plazo, que den estabilidad a la persona y la protejan del calor, del frío, de la lluvia, de la violencia y de otros riesgos. En Cataluña, actualmente unos setenta municipios disponen de recursos habitacionales y centros de corta estancia pero pocos municipios han apostado por la vivienda estable y asequible.