Más de 4.000 estudiantes nos han visitado este curso escolar para conocer la problemática del sinhogarismo de la mano de personas que han vivido en la calle. Manel, Juan Carlos y Rafa han vivido más de cinco años en la calle y son algunas de las personas que han compartido su testimonio. Lo definen como una tarea importante de prevención y sensibilización hacia los más jóvenes, que sirve para mostrar una realidad desconocida y romper prejuicios y que a la vez les aporta la satisfacción de sentirse útiles.
¿Por qué llegaste a la calle? ¿Cómo fueron tus primeros días durmiendo al raso? ¿Qué te hizo dejar la calle después de tanto tiempo? ¿Cómo te encuentras ahora que tienes un hogar? Estas son algunas de las preguntas que han contestado Manel, Juan Carlos y Rafa a los estudiantes. Han vivido más de cinco años en la calle y este curso han compartido su experiencia con más de 4.000 alumnos de los colegios, institutos y universidades que nos visitan.
“Los pequeños son más lanzados, quizá porque tienen menos vergüenza, más curiosidad o más ganas de aprender”, explica Juan Carlos. “Es una realidad muy diferente para ellos; ellos van a la escuela, tienen una casa y una cama y la calle es un mundo muy diferente, hay cosas que sorprenden”, añade Manel.
Después de muchas charlas, Manel, Juan Carlos y Rafa creen que su experiencia sirve a los estudiantes para no caer en errores, especialmente en el consumo de alcohol y otras drogas. “Es muy útil lo que hacemos porque les mostramos el peligro. Es una tarea importante de prevención para que no caigan en la trampa de la calle”, explica Manel. “Cuando comparto mi historia muchos de ellos se quedan impactados. Yo siempre les digo: ‘el pasado, pasado está, no puedes volver atrás. Pero sí puedes aprender de tus errores y mirar hacia adelante’.”
“Cuando alguien duerme en la calle es porque tiene un problema”
Juan Carlos explica que muchos niños vienen sin saber por qué la gente está en la calle, otros piensan que nacieron pobres. Él les dice que “cualquier persona podría terminar durmiendo en la calle”. Y añade: “Es importante la labor que hacemos para cambiar la mirada. Cuando estás en la calle, la gente te ve y sale corriendo, algunos cambian de acera y tienen miedo de ti. Lo que puedes sacar de mi historia es que no siempre te tienes que quedar allí, puedes cambiar si quieres y si te ayudan. Esto les sorprende porque muchos de ellos pensaban que la gente vive en la calle porque quiere y no siempre es así.”
Otra de las ideas preconcebidas de los estudiantes es pensar que las personas están en la calle porque son alcohólicas. “La gente no es consciente de que cuando una persona duerme en la calle es porque tiene un problema, puede ser de alcoholismo, puede ser familiar, puede ser una depresión, pueden ser muchas cosas. Pero lo primero que viene a la mente de la gente es que es un alcohólico o un drogadicto, y no. Es una persona que tiene un problema que no ha podido resolver, su cabeza se ha estancado, ha entrado en una depresión y ha caído en la calle, como me pasó a mí”, explica Manel.
También valora que sería interesante hacer las charlas a los padres y madres porque son una pieza clave en la educación de los niños y podrían transmitir una mirada más real a sus hijos e hijas.
“Me emociona la actitud de los niños”
Manel, Juan Carlos y Rafa valoran positivamente el hecho de poder compartir un rato con los alumnos. “Me emociona la actitud atenta e interesada de los niños. Me llegan sus miradas. A algunos de ellos se les saltan las lágrimas cuando escuchan mi historia, sobre todo cuando les hablo de mi familia”, explica Rafa. Y añade: “Yo les cuento todo y también les digo que estén tranquilos que todo esto ya ha pasado y ahora estoy muy bien. Así se tranquilizan”.
Incluso Rafa comenta que un día estaba sentado en un banco de la calle y un niño lo reconoció. “Me quedé parado porque se acordaba de mí. Estoy seguro de que ahora, cuando paseen por la calle, verán la realidad que hay detrás de las personas. Yo les hablo de las cosas malas de la calle, pero también de las cosas buenas que me han pasado para que tengan una imagen lo más real posible y no tengan que imaginarla.”
“Me valoro más porque me siento útil”
Compartir su experiencia con los estudiantes hace sentir útiles a las personas y les aporta una gran satisfacción personal. Manel, que este curso se ha estrenado como colaborador, dice que quiere seguir haciendo las charlas. “Me valoro más porque me siento útil. Ayudando a los demás, me ayudo a mí mismo”, explica. “También sería interesante saber qué cuentan los jóvenes cuando se van de aquí. Sería muy útil para saber si la información llega o hay que cambiar el enfoque de las charlas.”
Una de las misiones de Arrels es sensibilizar sobre la realidad de las personas sin hogar. Con este objetivo, se ofrece a los estudiantes de escuelas, institutos, universidades y ciclos formativos la oportunidad de saber más sobre la realidad de las personas sin hogar en nuestro entorno y escuchar el testimonio de una persona que ha vivido en la calle. Durante este curso escolar, han participado más de 4.000 alumnos, 6 personas voluntarias y una veintena de personas atendidas que han compartido su historia.