Durante el estado de alarma algunas ciudades han abierto espacios grandes que centralizan las nuevas plazas para personas que viven en la calle, otros han aumentado plazas de albergue o alojan personas en pensiones. En el conjunto del territorio la respuesta no llega a todas las personas que viven al raso. En Catalunya falta una estrategia conjunta para afrontar el sinhogarismo más allá de los momentos de crisis.
Información actualizada el 17/04/2020
Sábado 14 de marzo, el primer día de estado de alarma, la Generalitat anunciaba medidas excepcionales para garantizar la atención a las personas sin hogar durante la pandemia del Covid-19: detección proactiva de casos, reforzar la colaboración con las entidades sociales, mantener algunos servicios básicos y los equipamientos habilitados para la campaña de frío y habilitar nuevos espacios temporales allí donde fuera necesario para evitar aglomeraciones en los equipamientos ya existentes. Estas propuestas excepcionales, que no afrontaban el alojamiento de las personas que viven en la calle, se tenían que desarrollar de forma coordinada entre el Departament de Treball, Acció Social i Famílies, los planes locales de emergencia, Cruz Roja y las entidades sociales los territorios.
Hemos consultado a diferentes municipios de Catalunya cómo están atendiendo a las personas sin hogar estos días, específicamente las personas que viven al raso. En Catalunya no tenemos una cifra actualizada de cuántas personas son, pero es que tampoco existe un compromiso o un plan conjunto sobre cómo abordar el sinhogarismo y atender a las personas que se encuentran en esta situación. Hace tres años se impulsó la estrategia catalana, que debería servir de marco y dotar de un presupuesto el mundo local, pero aún está pendiente de aprobar y de implementar. La falta de una estrategia común se echa en falta especialmente estos días.
El peso recae en les administraciones locales
La mayoría de ciudades con las que hemos hablado coinciden en que la respuesta se está dando desde los propios municipios. Es decir a partir de la iniciativa y recursos de la administración local, a menudo en colaboración con las entidades del territorio y la Cruz Roja y sin un plan de actuación compartido a nivel catalán.
- Varias ciudades, entre ellas las cuatro capitales de provincia, han optado por abrir pabellones que centralizan la totalidad o la mayoría de las nuevas plazas, desde una perspectiva de emergencia y confinamiento 24h, y disponen de espacios adicionales por si hay que aislar personas que sufran sintomatología o estén diagnosticadas de Covid-19. Municipios con menos población explican que se coordinan para dirigir allí a las personas que viven al raso. En global constatamos que esta respuesta no se adapta a la realidad y problemáticas de una parte de las personas que viven en la calle, que siguen quedando desprotegidas.
- Otros municipios han ampliado plazas de albergue o han optado por alojar las personas en pensiones u hoteles. Los recursos de alojamiento que ya existen en algunos municipios (como pisos o albergues) se mantienen.
- Todos los municipios cuentan con otros recursos públicos o privados, como centros abiertos, comedores sociales o servicios de higiene, que están en diferentes situaciones: algunos han tenido que cerrar y otros siguen activos adaptándose a la situación actual o reforzándose. Mayoritariamente los comedores sirven comida para llevar y algunos han iniciado repartos de alimentos a personas que viven en naves o locales.
18 municipios y tres comarcas que representan el 52% de la población en Catalunya
Hacemos una mirada a distintas realidades locales:
- En Girona se ha habilitado un pabellón deportivo con 80 plazas que da relieve al centro abierto durante la operación frío (50 plazas). Aún hay personas que viven en la calle, a las que se hace seguimiento y se garantiza la alimentación.
- En Tarragona se ha abierto un pabellón que empezó con 25 plazas y ahora tiene 50. En esta ciudad hay, según datos del 2019, 70 personas que viven al raso. Desde los servicios sociales de Tortosa nos cuentan que el pabellón de Tarragona es uno de los recursos con los que se coordinan para desplazar a las personas que viven en la calle, también lo hacen con un espacio de Castelló y una entidad social que tiene un centro residencial en la zona. Tortosa es el único municipio que explica que la unidad de vigilancia epidemiológica del territorio, les Terres de l’Ebre, se ha puesto en contacto para hacer tests de Covid-19 a las personas que viven en la calle.
- En Lleida la Paeria ha habilitado el pabellón municipal, dando relieve al espacio abierto durante el invierno. De las 50 plazas hay unas 40 ocupadas. Cuentan que hay una treintena de personas que siguen durmiendo al raso —se les hace seguimiento—, algunas tienen miedo de perder su lugar en la calle si lo dejan o consumen drogas y tienen unas problemáticas que no se resuelven en el nuevo espacio. Desde comarcas de montaña como el Alt Urgell o el Pallars Sobirà nos explican que en este momento no hay nadie al raso y que hacen seguimiento telefónico en casos puntuales de personas recientemente alojadas o que viven en condiciones de vivienda precarias, autocaravanas o barracas.
- En Barcelona el ayuntamiento ha abierto cuatro grandes espacios de emergencia con unas 550 plazas de confinamiento. Estos espacios están dando respuesta a personas que viven al raso (unas 1.200 en la ciudad) y también a personas en otras situaciones, por ejemplo que vivían en pensiones que han cerrado. Se ha constatado que las medidas adoptadas en la ciudad no se adaptaban a la situación de personas especialmente vulnerables, que siguen en la calle. Además, ha abierto un nuevo espacio específico para personas con adicciones, con 70 plazas.
- En l’Hospitalet de Llobregat, la segunda ciudad más poblada, no sabemos cuántas personas viven en la calle porque nunca se han hecho recuentos. El ayuntamiento tiene un albergue municipal con 15 plazas habituales y que ahora ha llegado a las 22 personas y está completo. El resto de las personas se dirigirán a los equipamientos de Barcelona a través de un acuerdo entre ayuntamientos. En el caso de Badalona se ha abierto un polideportivo con 80 plazas para garantizar el confinamiento y se reserva el espacio abierto durante el invierno como dispositivo de entrada y observación previa. Desde Sant Adrià del Besòs se coordinan para alojar en Badalona las personas que se puedan adaptar al espacio, y hacen un seguimiento cercano y dan alimentación a personas que siguen en la calle. La mayoría tienen problemáticas que hacen que no se puedan acoger a este dispositivo y siguen quedando desprotegidas. En el caso de Santa Coloma de Gramenet se ha alojado a quince personas en pensiones de la ciudad y se hace seguimiento de que están en la calle. En el Prat de Llobregat se ha ofrecido alojamiento a todas las personas que están en la calle y la mitad han aceptado. Un equipo de calle hace seguimiento del resto de las personas y trabajan en coordinación con la policía local y profesionales de la salud, salud mental y adicciones. El albergue del barrio de Sant Cosme aloja una veintena personas de diferentes municipios del Baix Llobregat.
- Más allá del área metropolitana, en Vic han tenido que cerrar el albergue municipal y las 22 personas que pernoctaban allí han sido realojadas, se les hace seguimiento por teléfono o presencial en algunos casos. En Manresa se ha alojado a dos personas y todavía hay algunas personas que duermen al raso, a las que se hace seguimiento. En Terrassa al inicio del estado de alarma el ayuntamiento abrió un espacio de alojamiento que ahora cuenta con 75 plazas y se podría ampliar, dispone de un albergue para familias y se calcula que todavía hay unas treinta personas que viven al raso. Sabadell ha abierto 30 plazas de confinamiento en una escuela municipal y prevé que las personas que no puedan ir se acompañen desde servicios sociales o entidades. El Consell Comarcal del Maresme ha habilitado un complejo deportivo para alojar 70 personas sin hogar (calculan que hay un centenar en la comarca) y en Mataró se ha habilitado un alojamiento con 16 plazas en una masía. En Sitges alojan una quincena de personas en un hotel y en Vilanova y la Geltrú estudian abrir un espacio de confinamiento con una decena de plazas. En Sant Cugat del Vallès hay varias personas alojadas a las que se hace un acompañamiento más exhaustivo y dos personas que viven al raso en las que se hace seguimiento y facilita la alimentación.
Los retos más allá de la crisis del coronavirus
Los dispositivos de urgencia ponen de manifiesto la problemática de las personas que viven en la calle en Catalunya. La mayoría se han activado como emergencia ante la necesidad de protección y confinamiento, pero son recursos temporales que desaparecerán en pocas semanas y dejarán de nuevo a la intemperie cientos de personas. Vivir en la calle es un riesgo todo el año, no sólo durante la operación frío o en las circunstancias actuales.
También se ha evidenciado que algunos de los recursos no están pensados para todas las personas que viven al raso y siguen sin ofrecer protección a algunas de las personas más vulnerables (aquellas que hace más tiempo que viven en la calle y tienen muchos vínculos rotos o que tienen adicciones, por ejemplo). Desde Arrels queremos apuntar algunos retos que compartimos toda Catalunya:
- Una estrategia y acción coordinada entre las diferentes administraciones y agentes sociales, con medidas concretas y prevención, presupuesto para el ámbito local y la mirada puesta en hacer efectivo el derecho a la vivienda y que no haya #nadiedurmiendoenlacalle. La estrategia catalana ahora está parada y hay que aprobarla y implementarla.
- Saber cuántas personas en situación de sinhogarismo hay en Catalunya haciendo recuentos bianuales en los diferentes municipios. La iniciativa se incluye en la propuesta de estrategia catalana y en dos ocasiones el Parlament de Catalunya la ha apoyado, pero todavía no se ha hecho efectiva en muchas poblaciones.
- Apostar por la vivienda estable para las personas sin hogar e ir más allá de las respuestas a corto plazo. Hay pocos municipios que se decanten por recursos estables y la mayoría se activan cuando hay situaciones excepcionales como las que vivimos estas semanas. Además, hay que recordar que para que los dispositivos que se han activado estos días sean más efectivos hay que acompañar y generar vínculos de confianza con las personas sin hogar durante todo el año.
- Atender las personas desde el propio municipio. Es necesario que desde el ámbito local se vele por todos los vecinos y vecinas y no se derive la población a los recursos de municipios cercanos.
- Mientras se trabaja para ofrecer vivienda digna es necesario que las respuestas a corto plazo se adapten a la realidad y necesidades de las personas. Proponemos espacios de alojamiento de baja exigencia, con pocas plazas, que trabajen desde una alta comprensión hacia las problemáticas asociadas a vivir en la calle, como las drogodependencias o los problemas de salud mental.
Específicamente en relación a la protección frente al Covid-19:
- Apostar por espacios con un número de plazas reducidas, que se pueden ubicar en equipamientos públicos de los municipios, manteniendo espacios individuales y con apoyo social y sanitario.
- Abrir espacios específicos para personas con drogodependencias y desde una perspectiva de reducción de daños.
- Prever espacios con un confinamiento flexible para aquellas personas que no puedan confinarse 24h dentro de un recurso.
- Reforzar los equipos de calle dotándolos tanto de acompañamiento social como sanitario y hacer efectiva la detección proactiva de casos.
- Ofrecer comida caliente a las personas que duermen al raso, servicios de higiene y espacios de descanso durante el día.