En 30 años de historia, Arrels ha contado con el apoyo de más de 3.200 personas voluntarias. El año pasado fueron 392 las que nos ayudaron a levantar la persiana cada día pero más de un millar colaboraron a lo largo del año; algunas en acciones puntuales. Sabemos que mayoritariamente son mujeres y que, de media, tienen 51 años de edad. Muchas de ellas son estudiantes del ámbito social que se acercan al voluntariado para conocer de cerca la realidad del sinhogarismo. Pero esto no ha sido siempre así. Estos días hemos compartido nuestra experiencia con seis entidades europeas.
Seis entidades europeas de atención a personas sin hogar nos hemos encontrado estos días para hablar de voluntariado. Lo hemos hecho en el marco del proyecto Trainhouse, donde intercambiamos conocimiento y experiencias para mejorar nuestro acompañamiento a las personas que han vivido en la calle y que ahora residen en una vivienda con apoyo social. ¿Cuál es el papel del voluntariado?
Estos días hemos explicado que Arrels es una entidad de voluntariado y que, sin voluntarios y voluntarias, no levantaríamos la persiana. En 30 años de historia, más de 3.200 personas han recorrido Barcelona con el equipo de calle; han visitado a gente que conocemos durante su estancia en residencias u hospitales; han ayudado en el centro abierto, en el taller o en la llar Pere Barnés; han colaborado en tareas de mantenimiento, gestión o comunicación; pero sobre todo han escuchado y acompañado a las más de 11.000 personas sin hogar que hemos atendido desde la creación de Arrels en 1987.
¿Cómo ha evolucionado el perfil?
“El voluntariado es una ventana del contexto social que nos rodea”, ha explicado estos días Paola Contreras, responsable de voluntariado de Arrels. Hace 8 años, Arrels contaba con el apoyo de 372 personas voluntarias con una media de edad de 57 años. Eran sobre todo personas jubiladas o prejubiladas que dedicaban su tiempo libre al voluntariado. Gracias a su colaboración acompañamos a 1.585 personas sin hogar.
Años después, Arrels ha crecido y ofrece más servicios útiles a más personas. El año pasado acompañó a 1.916 personas sin hogar que se encontraban en una situación frágil y cronificada de exclusión gracias a la labor de 1.097 personas voluntarias. Algunas de ellas forman parte del voluntariado estable que nos ha permitido levantar la persiana cada semana ofreciendo apoyo al centro abierto, al equipo de calle, al Piso Cero o colaborando en tareas de sensibilización, atención telefónica o administración. Otras nos permiten ir más allá en el conocimiento del sinhogarismo participando, por ejemplo, en acciones puntuales como el Censo de personas que duermen en la calle que organiza Arrels desde 2016.
El contexto de inestabilidad laboral y dificultad de acceso a un trabajo ha hecho que muchas personas jóvenes se hayan sumado al voluntariado y esto ha hecho disminuir la media de edad hasta los 51 años. Se trata de estudiantes universitarios del ámbito social “que quieren conocer de cerca la realidad del sinhogarismo y adquirir bagaje”, explica Paola. Su mirada desde la formación aporta un valor añadido a la entidad.
Otro dato que sabemos es que, hace 8 años, el 63% del voluntariado de Arrels eran mujeres. Esta cifra no ha cambiado mucho ya que, a fecha de hoy, las mujeres siguen siendo el perfil mayoritario (58%).
“El voluntariado es un recurso humano esencial”, asegura Paola, “está al lado de las personas y contribuye a generar el tejido social que han perdido ofreciendo su tiempo, compromiso y dedicación”. Su labor es vital para hacer posible #nadiedurmiendoenlacalle.
Más información:
Este encuentro de entidades europeas forma parte de un proyecto más amplio. En anteriores ocasiones, a través de Trainhouse, hemos visitado otras ciudades como Londres o Helsinki para aprender sobre la labor de los profesionales y los peers (personas expertas por su experiencia de haber vivido en la calle). Esta vez, Arrels ha sido la entidad acogedora para hablar de las personas voluntarias.