A menudo afirmamos que vivir en la calle no es fácil y que nadie vive en la calle porque quiera. Ahora lo volvemos a explicar pero nos queremos apoyar en algunos datos para desmontar mitos y prejuicios desde las cifras.
Las personas que viven en la calle, ¿viven en esta situación porque quieren? ¿Se lo han buscado y no quieren ir a los albergues? ¿Viven sin problemas porque en Barcelona es más fácil? Son preguntas que escuchamos a menudo y que queremos responder con una quincena de cifras. Los datos salen del censo de personas que duerrmen en la calle que organizamos el año pasado, en el que entrevistamos a 315 personas que viven en la calle en Barcelona, y del diagnóstico de la realidad del sinhogarismo en Barcelona elaborado por la Red de Atención a Personas Sin Hogar.
1.
¿Es fácil vivir en la calle?
Nadie vive en la calle por decisión propia. Hay muchas causas: algunas dependen de la persona y otras son estructurales y tienen que ver con la sociedad en la que vivimos. En Barcelona, el 67% de las personas que viven en la calle y que entrevistamos en el censo proceden de otros países, es decir, no tienen una red social y familiar fuerte que les pueda ayudar cuando lo necesitan.
Tener que vivir en la calle significa para la persona estar expuesta a muchos riesgos: violencia, frío, calor, lluvia, agotamiento mental y físico… Según el censo, tres de cada diez personas habían ido a las urgencias de los hospitales en los últimos seis meses porque no se encontraban bien y, en el caso de las personas que hace más tiempo que viven en la calle, la cifra aumenta hasta el 68,4%. Sólo el año pasado, además, despedimos a 59 personas que conocíamos y que habían vivido en la calle; de media, habían vivido 24 años menos que el resto de barceloneses.
2.
No quieren ir a los albergues.
Hay un dato irrefutable que ayuda a desmontar este mito: en Barcelona hay más de 2.150 plazas públicas y privadas para personas sin hogar y están llenas. Esto significa que, a pesar del esfuerzo de abrir plazas nuevas en los últimos años, en la calle todavía hay un millar de personas que no pueden acceder a esta alternativa.
Por otra parte, el 42% de las personas que entrevistamos en el censo nos explicaron que, durante el último año, accedieron a algún alojamiento temporal pero que después tuvieron que volver a vivir en la calle, con el esfuerzo de subsistencia que eso supone.
3.
No quieren hacer nada.
En el día a día, una persona que duerme en la calle destina muchas horas en desplazarse de un recurso a otro -para ducharse, comer, resguardarse, etc.- porque están en diferentes puntos de la ciudad. Planificar cómo dejar de vivir en la calle es difícil porque también tienes que dedicar un tiempo a saber cómo protegerte y disminuir el dolor físico y emocional. En este contexto, el 41% de las personas que entrevistamos en el censo afirman tener problemas de salud física y el 19% padecen enfermedades crónicas.
Destaca también un dato que desmonta este prejuicio: el 14,3% de las personas que duermen en albergues y recursos públicos y privados de Barcelona tienen trabajo pero no pueden pagar una vivienda. La cifra se ha triplicado desde 2012, según la Red de Atención a Personas Sin Hogar. No tener un trabajo no significa recibir una prestación social: el 66% de las personas que entrevistamos al censo afirmaba no tener ningún tipo de ingresos.
4.
¿Son personas incívicas y violentas?
El 30% de las personas que entrevistamos en el censo explicaron que habían sido víctimas de violencia física o verbal y, en el caso de las personas más vulnerables y que hace más tiempo que viven en la calle, la cifra aumentaba hasta el 72%.
5.
Tienen las necesidades básicas cubiertas.
Dormir, alimentarse y ducharse son las tres necesidades básicas en las que se suele pensar cuando se habla de sinhogarismo. En Barcelona, hay diferentes recursos para comer y no se pasa hambre; también hay servicios higiénicos pero no te permiten ducharte más de 2 o 3 días a la semana. Para dormir hay pocos recursos donde la persona pueda ir directamente, en comparación con el número de personas que duermen en la calle.
Pero aún hay más necesidades básicas no cubiertas, como el acceso a un médico, tener un espacio donde guardar las pertenencias y lavar la ropa y cambiarse. Según el censo de personas sin hogar, sólo el 44% dice tener tarjeta sanitaria, es decir, no pueden ir al médico para un tratamiento continuado y la única vía de acceso son los servicios de urgencias. La consigna y la lavandería son, por otra parte, dos servicios imprescindibles para las personas que viven en la calle pero en Barcelona no hay suficientes.
6.
Dejar de vivir en la calle es fácil.
Los motivos que llevan a una persona a vivir en la calle son muchos (individuales y estructurales) y lo mismo ocurre para salir adelante; muchos factores no dependen de la persona. Cuanto más tiempo hace que vives en la calle, más complicado es transformar la situación: de media, las personas que entrevistamos en el censo hacía 3 años y 4 meses que vivían en la calle en Barcelona.
Si vives en la calle y no tienes ingresos (el 66% no lo tiene), te tienes que buscar la vida; si no te encuentras bien de salud (el 30% ha necesitado ir al hospital de urgencias), necesitas recuperarte; si te han agredido o abusado de ti (el 30% ha sido víctima de agresiones), debes buscar un lugar donde protegerte; si tienes una entrevista de trabajo, antes tienes que encontrar un lugar donde poder ducharse y dejar tus cosas…
En este sentido, el 46% de las personas que entrevistamos en el censo no identificaban que ningún trabajador/a social o similar las estuviera ayudando y, cuando vives en la calle, no es suficiente con querer salir y con la capacidad de resiliencia de cada persona.