Los recursos invernales para personas sin hogar empiezan a cerrar en Catalunya


El invierno ha marchado y los municipios catalanes empiezan a cerrar los recursos para personas sin hogar que habían abierto con motivo del frío. La carencia de recursos y la apuesta por los servicios orientados a la urgencia son el común denominador en el territorio. Hace falta un paraguas común de ámbito catalán que promueva cambios en las políticas municipales, para garantizar que nadie tenga que dormir en la calle durante todo el año. En este sentido, el Parlamento tiene sobre la mesa una proposición de ley que tendrá que debatir y el Gobierno tiene pendiente implementar una estrategia catalana para erradicar el sinhogarismo.

Los meses más fríos del año son, un año más, un buen ejemplo de la disparidad de servicios y criterios que existen en Catalunya para atender a las personas que viven en la calle. Hemos preguntado a diferentes municipios como han atendido este invierno a las personas que viven al raso. Sus respuestas muestran que es necesario implementar una estrategia en el ámbito catalán que aporte un rumbo compartido, se proponga acabar con el sinhogarismo y dote de herramientas a los municipios.

En Barcelona, Lleida, Girona y Sabadell los ayuntamientos abren espacios de alojamiento específicos para el invierno. En otras ciudades, como Terrassa o l’Hospitalet de Llobregat, amplían plazas en el albergue; cinco y diez plazas más, respectivamente. En Badalona, durante el invierno, el centro de acogida, que dispone de entre diez y quince plazas más, pasa a abrir durante todo el día y no sólo por la noche. También en el área metropolitana, Sant Adrià del Besòs y el Prat de Llobregat nos explican que no despliegan recursos nocturnos propios y tienen un acuerdo con los de Barcelona para alojar las personas que se encuentran en el municipio.

En algunas ciudades las plazas de alojamiento se abren varios meses, en otras sólo puntualmente, si las temperaturas son especialmente bajas y se acercan a los cero grados. Hay ayuntamientos que siguen criterios propios, y otros indicaciones de Protección Civil. En algunos ayuntamientos, los protocolos para el frío se trabajan en coordinación con las entidades sociales del territorio. Hay municipios que prevén alojar a las personas en pensiones y hostales si hay temperaturas extremas. En algunos casos se refuerzan los equipos que visitan a las personas en la calle o se ofrecen mantas. También hay municipios que nos explican que no realizan ninguna actuación específica durante el invierno, como Vic; o El Vendrell, donde se plantean el reto de abordar la atención a las personas sin hogar. En la comarca del Alt Urgell ofrecen manutención y alojamiento una noche y el desplazamiento de la persona a alguna ciudad mayor, normalmente, Lleida o Barcelona. Nos hemos puesto en contacto con una cuarenta municipios catalanes y explicamos la situación de aquellos de los que tenemos respuesta.

Debilidades comunes, retos en el ámbito catalán

Una mirada actual y retrospectiva a la atención a las personas sin hogar durante los meses de invierno muestra que, en su mayoría, los municipios no han hecho cambios significativos en los últimos años y que hay carencias compartidas.

  1. El peso recae en las administraciones locales

La respuesta en Catalunya parte, año tras año, de la iniciativa de los municipios y depende de su voluntad política. Es importante la implicación del Gobierno de la Generalitat para hacer de paraguas, impulsar un marco de actuación común, acompañar y dotar a los municipios de los recursos necesarios. La falta de un horizonte compartido dificulta avanzar en las políticas municipales.

  1. Atención orientada a la emergencia

Durante los meses de invierno varios municipios prevén más servicios de atención a las personas sin hogar que el resto del año, motivados por la emergencia de proteger la salud y la vida de las personas cuando bajan las temperaturas. Se trata de recursos temporales que se cierran cuando pasa el invierno. Pero las personas sin hogar no desaparecen, y los riesgos y el deterioro que supone vivir al raso son inherentes a no tener un hogar, o ni siquiera un refugio. Insistimos en que es necesario encontrar soluciones al sinhogarismo y desplegar recursos más allá del termómetro u otras situaciones de emergencia, como el confinamiento durante la pandemia.

  1. Muchas personas quedan desprotegidas

A pesar de esta atención orientada a la emergencia del invierno y al peligro para la salud de las personas, los dispositivos invernales no llegan a todas las personas que viven al raso. A menudo, las plazas de alojamiento previstas son muy inferiores al número de personas que viven en la calle. Como en Barcelona, ​​donde las 75 plazas del Centro de Acogida Nocturna de Emergencias y las cien por el repunte de contagios de Covid este invierno –ya cerradas– sólo dan respuesta al 16% de las más de 1.100 personas que viven al raso. O en la segunda ciudad de Catalunya, L’Hospitalet de Llobregat, donde se abren una decena de plazas y las entidades sociales calculan que 92 personas viven en la calle. En Sabadell o Badalona se da proporcionalmente mayor cobertura, pero también hay personas que quedan a la intemperie. Desde Girona nos explican que las 35 plazas del plan de frío sí se han acotado al número de personas que prevén que harán uso. En otros casos no conocemos cuántas personas viven al raso, pero previsiblemente las medidas son insuficientes.

  1. Recursos preparados pero cerrados

En Lleida, las más de cien plazas nocturnas que habilita la Paeria dentro del Plan Iglú están abiertas desde principios de noviembre a finales de marzo. En el caso de Badalona, ​​Girona o Barcelona, ​​las plazas también se abren durante todo el invierno. En otros municipios, como Sabadell, se da la contradicción de que existen espacios de alojamiento previstos que sólo se utilizan si las temperaturas bajan de los cero grados o hay otras situaciones meteorológicas que lo requieran. Este invierno se han abierto una sola vez. ¿Y si se utilizaran todos los recursos disponibles?

  1. Estancia limitada

En algunos municipios las personas que viven en la calle sólo pueden acceder a los alojamientos invernales de forma temporal: en Barcelona, ​​hasta treinta y un días en estancias de siete a diez días; en Lleida, las personas recién llegadas a la ciudad pueden estar, en principio, tres días. Tal y como nos explican desde Sabadell y también observamos en Barcelona, ​​hay personas que no quieren acceder a los recursos contra el frío porque son temporales y no una solución a largo plazo e implican dejar su sitio en la calle por pocas noches a cubierto, arriesgándose a perder las pertenencias o su espacio habitual.

Además, para que los dispositivos sean más efectivos es necesario acompañar y generar vínculos con las personas durante todo el año. En el caso de Lleida, por ejemplo, uno de los objetivos del dispositivo invernal es vincular las personas a otros recursos para que dejen de vivir en la calle. En El Prat de Llobregat se plantean crear un recurso de baja exigencia para trabajar desde una alta comprensión con problemáticas asociadas a vivir en la calle, como los problemas de salud mental o las drogodependencias.

  1. Desplazar a las personas a otros municipios

En el área metropolitana, ciudades como El Prat de Llobregat o Sant Adrià del Besòs tienen un acuerdo con el Centro de Urgencias y Emergencias Sociales de Barcelona (CUESB). La falta de recursos propios de atención a las personas sin hogar es común a muchos municipios de Catalunya. Es importante que todos los pueblos y ciudades atiendan a las personas desde el territorio, sin desplazarlas ni desvincularlas del contexto donde se encuentran. Ofrecer vivienda a las personas o habilitar, como medida a corto plazo, pequeños espacios de alojamiento nocturno, son opciones más económicas que abrir grandes equipamientos y al alcance de muchos municipios.

  1. Incumplimiento de la ley de servicios sociales

Hemos recogido las iniciativas de algunas ciudades catalanas durante el invierno y apuntado varias carencias, pero la realidad más grave es que todavía existen municipios y comarcas que no desarrollan ningún recurso e incumplen la ley de servicios sociales de Catalunya. Esta norma aprobada en 2007 establece que todos los municipios de más de veinte mil habitantes deben dar respuesta a las personas más vulnerables mediante los servicios sociales y ofrecer, como mínimo, servicios residenciales de estancia limitada. En el caso de los municipios más pequeños el servicio debe ofrecerse a nivel comarcal. La realidad es que hay municipios y comarcas que no ofrecen atención, dejando a las personas sin hogar desprotegidas.

Garantizar un lugar digno en el que dormir durante todo el año

Los partidos políticos catalanes tienen sobre la mesa una proposición de ley para hacer frente al sinhogarismo, que puede suponer un punto de inflexión en la atención a las personas sin hogar que ahora viven al raso o en alojamientos temporales: garantizar el derecho de todas las personas a disponer de un espacio residencial digno durante todo el año, más allá del termómetro, de las situaciones de emergencia, y de si la persona se encuentra en un municipio o en otro; ofreciendo un paraguas en todo el territorio catalán que supere las actuaciones aisladas. También se quiere garantizar el empadronamiento, el acceso a los servicios sociales y dimensionar la problemática del sinhogarismo en Catalunya con recuentos y encuestas. Varias entidades sociales y el mundo académico presentamos la propuesta al Parlament de Catalunya a finales de enero y los grupos políticos ya la están empezando a trabajar internamente para presentar enmiendas.

Esta proposición de ley es un primer paso para conseguir #nadiedurmiendoenlacalle, y deja dos años de margen a los municipios para desarrollar los recursos necesarios. Mientras tanto, se prevé que durante los períodos climáticos extremos siga habiendo espacios temporales de cobijo.

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