Todos y todas necesitamos tener a alguien a nuestro lado.
En Barcelona, cuatro de cada diez personas que viven en la calle no tienen a nadie con quien contar. Son cifras de la encuesta a personas que viven en la calle que hemos hecho este año y que ponen de relieve la importancia de tener a alguien que se preocupe por ti.
Desde Arrels, trabajamos para construir vínculos y tu apoyo es indispensable. Te proponemos detener la mirada y perder el miedo a acercarte a las personas sin hogar que viven cerca de tu casa, y lo queremos hacer compartiendo los testimonios de personas como Sebastien y Manuel, que han vivido en la calle, y de vecinos y vecinas que les echan una mano.
Sebastien tiene 39 años y ha vivido veinte años en la calle. Desde el verano, vive en un piso de Arrels y a menudo visita a los vecinos y vecinas que le ayudaron cuando vivía en la calle.
“Cuando dormía al lado de la tienda siempre me respetaron, no me echaban y, a veces, me traían un café. Me ayudaron y lo siguen haciendo muchas personas, de todas las edades”.
Javier es vecino de Sebastien; se conocieron porque siempre lo veía sentado junto a la puerta del supermercado donde compra habitualmente. “A veces le daba dinero o le invitaba a un cigarrillo”.
Antes de conocer a Sebastien, ya le preocupaba la situación de las personas sin hogar. “Cuando veo a un hombre o a una mujer que vive en la calle me siento triste, me pregunto cómo puede haber llegado a esta situación”.
Manuel tiene 64 años y ha pasado diez en la calle. Venía a Arrels a ducharse y le ayudamos a tener documentación. En el Mercado de la Barceloneta ha encontrado toda una red de apoyo.
“Tengo muchos amigos y amigas allá. Yo me ofrezco para lo que haga falta: le llevo el carrito de la compra a unas señoras, vigilo los perros que no pueden entrar, ayudo a las chicas del supermercado o a Edu, del bar”.
Angie tiene una parada de ropa en el Mercado de la Barceloneta y, durante un tiempo, guardó allí las pertenencias de Manuel, que vivía en la calle, e incluso intercedió para que no se tuviera que ir.
“Es una persona muy querida y conocida en el barrio. Siempre está dispuesta a ayudar, para nosotros es parte del equipo”.
Alfredo tiene 49 años y desde hace uno vive en la calle. Una de las primeras personas que lo ayudó fue Ana, que también había vivido al raso. Así fue como llegó al centro abierto de Arrels.
“Tambié he tenido el apoyo de algunas vecinas: durante un tiempo, dormía junto a una tienda y las chicas me invitaban a un café”.